Por Marvin García
En estas fiestas patrias a celebrarse en Xelajú, siga este manual, para no perderse de nada de lo que nos ofrece la exhuberante Feria Centroamericana de la Independencia donde la algarabía se desborda en sus calles:
Vaya a todas las
veladas y elecciones de reinas, aproveche nuestro trauma colonial de tener
siempre una reina para todo, olvide que
son manifestaciones de una sociedad machista, no importa que el teatro
municipal no tenga una agenda cultural establecida anualmente, usted vaya y apoye a su
candidata favorita.
Compre todas las banderitas de Guatemala que pueda, agítelas con
orgullo, vea como ondea libremente entre el humo de los carros, como el plástico brilla como brilla la
esperanza en este país.
Lleve a sus hijos a los desfiles, invítelos a un helado, cómpreles
una visera de cartón, apláudale a los gastadores y disfrute de nuestra herencia
militar, siga enseñándoles que no hay mejor forma de rendirle homenaje a la
patria que desfilando. Vea toda la publicidad patrocinada por las fábricas de
cerveza, las compañías telefónicas y empresas poderosas y, siéntase identificado con las frases
libertarias.
Tome todo el alcohol que pueda el catorce, total, es una vez al
año, pierda la conciencia, gástese todo el dinero ¿De qué otra forma se podría
vivir en este país?
No deje de ir a los conciertos preparados especialmente para
usted, cómprele un churrasco a la señora que tiene a los nenes dormidos a la
par de la hielera, contribuya a mantener el ornato de la ciudad orinando en los
arriates.
Vaya al parque central y vea como ondean las banderas en señal de
libertad desde una tarima patrocinada por una empresa dueña del país.
Vaya a la feria, pague los tres quetzales de pasaje, disfrute del
buen trato que le dará el chófer del bus y siéntase arrullado por el
enternecedor sonido del reggaetón a todo volumen.
Siga creyendo que
Xela es diferente y que su feria es la mejor.
Cuando termine el desfile del quince de septiembre, mire los
montones de basura, escuche las campanas ofreciendo helados, vea como todos
regresan a su cotidianidad, como todos se cruzan la calle, como los carros
hacen las enormes filas, vea a todos directo a los ojos y sienta la amarga sensación de vivir en un país que
tiene todo, menos libertad.