martes, 14 de enero de 2014

Cada día es un partido de baseball





Día a día despertamos y enfrentamos el día sin saber lo que nos depara, podemos iniciar  el día con todas las ganas y todo el ímpetu del mundo, con uniforme nuevo y con todo el ánimo de salir al diamante de baseball siendo un equipo debutante llamado “Ciguar” contra el más poderoso nombre de las grandes ligas: los “Yankees”, que bien pudieran ser de Nueva York, de cualquier lugar o simplemente el destino mismo, a quien tenemos que vencer, nosotros sin conocer al rival, sin saber que en cualquier momento del día nos pueden anotar 7 carreras en un solo inning, que al momento de irnos a la ofensiva y querer empatar el juego sólo llegamos a segunda base.  

 A media mañana llega nuevamente el momento de defender y nos anotan otras 7 carreras,  al entrar la tarde casi no tenemos ánimos, los problemas nos agobian y el estrés está a la orden del día, es como ir perdiendo 14 a cero en el segundo inning, tener a todo el equipo con la moral baja, con el agravante de tener al pitcher y cátcher lesionados.  

Cuando no queda más que enfrentar lo que resta del día con la moral y los ánimos por los suelos, solamente con la esperanza y el romanticismo de que cualquier cosa puede suceder,  tener siempre la consigna de: "esto no se acaba hasta que se acaba". Quién sabe si llegando la noche e ir perdiendo 28 a 0, en algún momento, por fe, por tener actitud, por estar acostumbrados a salir de las peores situaciones, por vivir en este país tercermundista y salir adelante con lo poco que tenemos… puede ser que en algún momento suceda que, por la esperanza no perdida: peguemos un batazo hacia lo más profundo del jardín izquierdo,  anotemos una carrera, esa carrera nos levante el ánimo y nos borre lo mal que la pasamos durante las horas anteriores.

Anotar una carrera al final y pensar que en el siguiente partido, al siguiente día, en las 24 horas que dure ese partido podremos anotar más de una carrera, eso necesitamos en esta vida, anotar una sola carrera para tener el ímpetu de que en el siguiente partido, bajo todas las cosas negativas de la vida, de un país lleno de inseguridad, corrupción, delincuencia, desempleo, etc., dormir pensando  que ganaremos el partido que sigue. 

Levantarnos al otro día sabiendo que con dedicación y poniendo un grano de arena podemos anotar más carreras y ganar el partido que viene, quizás volvamos a perder o quizás ganemos, pero, de eso se trata la vida, como la frase de la canción de Enanitos Verdes: “Hay que correr el riesgo de levantarse y seguir cayendo”.