jueves, 5 de febrero de 2015

Wiplash: la película ganadora en muchos corazones





La carrera por ganar el Óscar año con año es deslumbrante para los que amamos el cine. Por el otro lado, resulta sumamente desgastante para los guionistas, directores, actores y todo el equipo que nos ofrecen lo mejor que tienen para ganarse la estatuilla.
Prácticamente dedico todo el mes de enero para ver cada una de las películas nominadas y siempre quedo con el deseo de que mi favorita gane. Sin embargo, los casi 6,000 miembros de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas son los que eligen. Este año Boyhood y Birdman son las grandes favoritas para llevarse todo, y sin embargo, todos deseáramos que ganara la película que más nos gustó.
En la víspera de la entrega de la estatuilla de 2012 mi favorita era “War Horse” de Steven Spielberg, que nos mostraba un extenso drama de la II Guerra Mundial, no ganó nada. El año pasado Alexander Payne y su obra de arte “Nebraska”, un drama sobre la senectud y sus locuras, me dejó emocionado y esperanzado al terminar de verla, tampoco ganó nada. Este año, tengo una favorita: Wiplash dirigida por Damien Chazelle. 

Wiplash nos cuenta sobre Andrew Neyman (Milles Teller), un joven y ambicioso baterista de jazz, y su deseo de triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este en el que estudia. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza. Terence Fletcher (J.K. Simmons), un profesor conocido tanto por su talento como por sus rigurosos métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del Conservatorio. Cuando Fletcher elige a Andrew para formar parte del conjunto musical que dirige, cambia para siempre la vida del joven.

Wiplash no es ninguna película de acción ni de suspenso, pero existen escenas que nos dejan fríos, emocionados, tensos. Chazelle demuestra ser un excepcional constructor de escenas que captan nuestra atención. La tensión, el juego de manipulación emocional y el odio entre los actores Miles Teller y J.K. Simmons, nos dejan perplejos, sin habla. 

El ritmo, el desarrollo narrativo, la secuencia de las escenas y el ritmo, están perfectamente elaborados. Un J.K. Simmons, nominado al Óscar como mejor actor de reparto, se muestra en su mejor actuación, como cuando Leo Messi está inspirado y nos regala un hat trick en un partido de fútbol. En el camino, Andrew Neyman termina su relación con su bella novia y la deja ir, por su obsesión de ser el mejor en lo que hace; un momento cumbre de la película, es el momento donde Terence Fletcher le cuenta a Andrew, sobre como Charlie Parker llegó a ser uno de los más grandes  saxofonistas y compositores estadounidenses de jazz. 

Otras críticas dicen que es una película buena pero asfixiante, habrá que esperar al 22 de febrero para que podamos observar, que rumbo toma esta película: a) Que quede marcada en la historia de la cinematografía como un megafilm gracias a una estatuilla o, b) Que pase desapercibida como muchas otras.
Si usted es amante del jazz y de la buena música, no dudo que disfrutará los 107 minutos que dura este excelente film.