¿Por qué decimos que la privacidad ha muerto? Porque el
mundo cibernético tiene nuestros datos, sabe dónde estamos, sabe cómo nos
llamamos, nuestra edad, nuestra profesión, la zona donde vivimos y con quienes
nos relacionamos.
En enunciados que nos presenta el documento del curso, nos
afirman que cuando nosotros creemos estar hablando en privado con una persona
ya sea por Facebook, whatsapp o cualquier otra red social, existen boots de
mercadeo espiándonos, también boots y autómatas del gobierno y organismos
internacionales espiándonos por cuestiones de “seguridad”. La privacidad ha muerto señores, en cuanto al
mundo virtual.
Ya no hay confidencialidad:
cuando queremos mantener en secreto cierta información sobre nosotros o sobre
terceros. Porque toda esa confidencialidad la hemos dado cuando abrimos
nuestras cuentas particulares en redes sociales y correos electrónicos.
Existe un ejemplo reciente, donde el jugador del Real
Madrid: Karim Benzema enfrenta juicio por chantaje a uno de sus compañeros, sin
embargo las pruebas que lo vinculan a este caso fueron sacados por una radio
francesa a través de escuchas telefónicas. Inmediatamente el abogado de Benzema
demandó a la radio por violar la privacidad y la confidencialidad del jugador
de fútbol. Este es un caso (independientemente si es culpable o no) donde
claramente se puede ver que ya no existe privacidad, todos estamos vigilados.
Ya no hay · anonimato:
representa la intención de que algunas de nuestras acciones no puedan ser relacionadas
con nosotros como individuos específicos. Es muy combatido por las empresas de
Internet, que quieren tener datos veraces de todos para poder segmentar
publicidad. Y también por las agencias de seguridad que, virtualmente,
consideran sospechoso a todo aquel que no quiere aparecer online con su nombre
verdadero. Sin embargo, el anonimato online es imprescindible muchas veces para
garantizar efectivamente el derecho a la libertad de expresión y el disenso
político. Por lo mismo que he planteado anteriormente y porque aunque tengamos
un perfil falso o una foto de perfil falsa, existe algo llamado ID de la
computadora, que les permite rastrearnos.
Ya no hay identidad:
podemos querer mantener nuestra identidad desconocida por cualquier razón,
incluso cuando queremos separar nuestra identidad personal de la de una función
pública. Las discusiones al respecto también surgen en el marco, por ejemplo,
de los documentos “de identidad” obligatorios y biométricos (que, en realidad,
son de “identificación”, que no es lo mismo). Porque nos siguen espiando y
nunca podemos separar la identidad persona de la pública porque si cometemos
algún ilícito, siempre juzgarán y nunca separarán lo privado de lo público.
Ya no hay autodeterminación:
podemos considerar que algunas de nuestras acciones, actitudes y
comportamientos son asunto nuestro y no incumben a nadie más (esos otros pueden
ser desde empleadores hasta el Estado). No necesariamente implica ocultar un
secreto (aunque el derecho a tener secretos también debería ser
reivindicado). Si contamos un secreto a
un amigo por inbox, por DM, por mensaje de texto, estamos cometiendo un error,
esa información ya la tienen entes espías.
·
control de los datos personales:
se relaciona con el derecho a controlar la información que circula sobre
nosotros (ej.: dónde se almacena, quién la ve, quién se asegura de que sea
correcta, etc.). Por ejemplo, todos encontramos perfectamente correcto que
nuestro médico conozca qué medicamentos tomamos. Pero muchos encontramos
chocante y peligroso que haya empresas dedicadas a transcribir y almacenar en
bases de datos, para luego venderlo, el historial de consumo farmacológico de
cada ciudadano.
Entonces amigos, estamos atados al mundo cibernético, las
empresas de espionaje tienen nuestros datos, nuestras conversaciones, nuestro
mundo, la privacidad ha muerto. De nada sirven los pactos y convenios
internacionales sobre privacidad, porque siempre saldremos perdiendo.
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