Derechos de autor y acceso a la
cultura desde una perspectiva editorial centroamericana
En noviembre de 2013 se realizó en
Uruguay un debate público con la metodología de las conferencias ciudadanas.
Según esta metodología, un panel de expertos presenta distintas posturas sobre
un tema y un panel de ciudadano, tras una jornada de debate, da su opinión
informada después de un proceso participativo.
El video del enlace es la presentación de
Beatriz Busaniche en el panel de referentes de las conferencias ciudadanas
Sumar. En esa oportunidad, Beatriz aportó la perspectiva de los pactos
internacionales de derechos humanos para interpretar el equilibrio entre
derechos humanos y derecho de autor.
Vea el enlace aquí: https://youtu.be/ySFprXzaTVU
Dos cosas me llaman poderosamente la atención en cuanto a la conferencia
de Beatriz Busaniche - Sumar, conferencias ciudadanas:
1)
Cuando hace la analogía entre los derechos de autor entre armas o
artefactos tecnológicos Vs situaciones puramente artísticas (libros, discos),
una cosa no puede compararse con otra, son cosas muy diferentes, sin embargo el
derecho de autor, disposiciones y sanciones son exactamente las mismas.
2)
Cuando habla de Domingo Faustino Sarmiento, cuando dice que “todo autor
tiene algo de plagiario” nadie, absolutamente nadie, puede crear de la nada,
siempre necesitamos tomar ideas de otros.
Hay muchas expresiones de la identidad de cada país, en mi país por
ejemplo, el traje típico, la comida típica, hasta las bebidas alcohólicas son
expresiones sociales que datan de épocas precolombinas donde las leyes de
propiedad intelectual serían claramente discutidas y polémicas hasta cierto
punto, por tratarse (y así lo dirían muchos legisladores de Guatemala) de leyes
de “primer mundo”.
Cada país, tiene que regular las leyes de propiedad intelectual, en eso
estoy de acuerdo, es por ello que se debe tratar como tema de política pública
y función social. La misma Beatriz cita en su video en el minuto 11 que “ningún
país se desarrolló con altos stándares de propiedad intelectual”.
Importante recalcar también que son más los aspectos de
divergencia que los de acuerdo, según mi criterio los que Beatriz toca, hablar
de la legislación sobre la propiedad intelectual es definitivamente hablar de
realizar cambios a esas leyes, cambios que habla Patricia Díaz en este enlace: https://youtu.be/XeSsmNu1osw?list=PLk5BWEFaLFKvBZkq33t3UwSqYlcbic19V
La propiedad intelectual definitivamente tiene limitaciones, y Beatriz
habla de fotocopias de partituras, de límites y amplitud de derechos, de que el
autor tiene la potestad de elegir… Con todo esto, quisiera poner un ejemplo que
sucede en el contexto guatemalteco, me desenvuelvo casi a diario entre
escritores y editores, y viajo constantemente a los países centroamericanos (El
Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá), donde la producción
literaria aunque existe y en gran número, además de estar regulada por el ISBN
y los códigos editoriales correspondiente, son relativamente costosos y son
pocas las editoriales que logran vivir netamente de las ganancias de sus
libros, no se diga los autores, que un 95% se dedica a otra actividad que le
genera ingresos, porque no se puede vivir de la escritura, aunado a eso, los
costos de publicar con una editorial son altos, si desglosamos dichos gastos:
revisión de texto, reuniones con el autor, edición de texto, diagramación,
impresión, distribución, honorarios y otros gastos administrativos. Además de
que al estar ubicado el libro en alguna librería, porque la librería también le
gana aproximadamente un 30% del producto, la gente no lo compra por
considerarlo caro o extremadamente caro.
Traigo esto a colación porque algunos editores emergentes del contexto
centroamericano más que abogar por la función social y de política pública,
abogan por la función económica, y realizan ediciones netamente artesanales,
“cartoneras” y de “formato plaquette” le llamamos acá, donde se realiza el
trabajo de revisión, edición de forma profesional y la diagramación, impresión
y presentación del producto final son puramente artesanales, con mucha
creatividad, eso sí. Las leyes de los países centroamericanos lo permiten, y ha
sido una nueva forma de que escritores no solo emergentes sino más o menos
reconocidos publiquen parte de su obra.
Me parece que en muchos países, dichos procedimientos podrían estar
sujetos a sanciones, no lo sé y lo ignoro, pero es importante dar a conocer lo
que en nuestro contexto sucede, puesto que esta pequeña industria de formatos
artesanales se está expandiendo y podría ser parte de una función social hacia
el autor, hacia el editor y hacia el público que demanda leer que considera
caro el producto y demanda un producto más barato, de calidad literaria pero
más barato. Para mí, esa es una forma de defender un derecho humano, no
privarlo del acceso a la literatura y buscar formas eficientes, eficaces y
viables económicamente para que llegue a las manos de todas las personas.
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